domingo, 7 de abril de 2013

Si te encuentras con el Triunfo y la Derrota y a estos dos impostores los tratas de igual forma...


Hoy es dejo un poema escrito en 1896 por el autor inglés Rudyard Kipling. 






"Si puedes conservar la cabeza cuando a tu alrededor
todos la pierden y te echan la culpa;
si puedes confiar en tí mismo cuando los demás dudan de tí,
pero al mismo tiempo tienes en cuenta su duda;
si puedes esperar y no cansarte de la espera,
o siendo engañado por los que te rodean, no pagar con mentiras,
o siendo odiado no dar cabida al odio,
y no obstante no parecer demasiado bueno, ni hablar con demasiada sabiduria...


Si puedes soñar y no dejar que los sueños te dominen;
si puedes pensar y no hacer de los pensamientos tu objetivo;
si puedes encontrarte con el triunfo y el fracaso (desastre)
y tratar a estos dos impostores de la misma manera;
si puedes soportar el escuchar la verdad que has dicho:
tergiversada por bribones para hacer una trampa para los necios,
o contemplar destrozadas las cosas a las que habías dedicado tu vida
y agacharte y reconstruirlas con las herramientas desgastadas...


Si puedes hacer un hato con todos tus triunfos
y arriesgarlo todo de una vez a una sola carta,
y perder, y comenzar de nuevo por el principio
y no dejar de escapar nunca una palabra sobre tu pérdida;
y si puedes obligar a tu corazón, a tus nervios y a tus músculos
a servirte en tu camino mucho después de que hayan perdido su fuerza,
excepto La Voluntad que les dice "!Continuad!".


Si puedes hablar con la multitud y perseverar en la virtud
o caminar entre Reyes y no cambiar tu manera de ser;
si ni los enemigos ni los buenos amigos pueden dañarte,
si todos los hombres cuentan contigo pero ninguno demasiado;
si puedes emplear el inexorable minuto
recorriendo una distancia que valga los sesenta segundos
tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella,
y lo que es más, serás un hombre, hijo mío."

Rudyard Kipling




martes, 2 de abril de 2013

Visita a los TXIK@S

Pasar una hora de mis felices días viendo cómo es una vida detrás de unas rejas, de un abandono, de una súplica, de un lloro, del miedo y de la agonía, es lo que necesitaba para sentir más respeto hacia ellos. Es necesario. Está claro que lo fácil es mirar para otro lado, decir que ojalá tuviese hueco para uno de ellos, o a me los llevara a casa a todos, o me dá mucha pena o es demasiado grande para una casa tan pequeña. Necesita un jardin con espacio para correr en libertad. Para mí son sólo excusas que nos ponemos para quedarnos tranquilos con nosotros mismo. Pero sólo hay una verdad, y la sabes cuándo los ves en esos boxes. Unos te lloran, otros te ladran, otros te miran, otros te ruegan, otros te besan incluso alguno gruñe... Libertad para cada uno de esos aninales es vivir en cualquier espacio que no sea ese. Tal vez aún no puedas comprenderlo y sigas poniendo excusas. Tal vez realmente no quieras ni acoger ni adoptar a ninguno. Tal vez sólo lo dices para quedar bien. Pero con seguridad digo que hasta que no bajes a la realidad y lo veas con los ojos de la responsabilidad no llegaréis a comprender por qué. No es fácil ver un sufrimiento, de ningún ser, pero esos minutos que pasas con ellos son minutos de oro puro. Es un lujo, ya no para ellos, si no para que nosotros comprendamos que un animal abandonado no siente rencor hacia nosotros. Siguen creyendo en los humanos, siguen tendiendo sus paticas y mirando con súplica a las personas. Ellos entienden el perdón y confían todavía en nosotros. Porque hay una parte que le falta humanidad, honradez y felicidad, pero muchos otros les brindamos amor, tranquilidad y respeto, y ellos lo saben. Confían en que no miraremos hacia otro lado. Confían en que cuando lloren tu estarás ahí para demostrarle que no está solo. Confían en que tus manos entregaran cariño y caricias. Sencillamente, nos miran con unos ojos transparentes sin compararnos con quienes les hicieron daño. Confían en que nosotros los tratemos como merecen, tal y como esperamos que nos traten a nosotros. Para todos existe un momento justo y adecuado en el que comprendemos las necesidades no sólo nuestras, si no también del resto de seres que nos rodean y ellos nos necesitan para centrarnos, recordarnos que somos humanos, que sabemos dar amor y que no hay rencores que valgan en un mundo tan injusto, no merece la pena. Por eso, donde caben dos, caben tres eso sí, un animal exige una responsabilidad, unos cuidados y una alimentación. Un ejercicio  y una dedicación. Un compromiso y una exigencia que hace que crezcas también personalmente. Sencillamente, comienza respetando a un animal desde tu propia sinceridad. Mira sus ojos y escucha sus ladridos. Entiende y comprende que no piden grandes lujos, sólo esperan grandes personas es decir, buenos amos que jamás les vuelvan a hacer sufrir, es decir, personas responsables. Una vez que bajas a entender sus lloros, el corazón os volverá a latir como debe. Es una realidad que está presente y lo más humano es mirarlo de cara.





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