martes, 2 de abril de 2013

Visita a los TXIK@S

Pasar una hora de mis felices días viendo cómo es una vida detrás de unas rejas, de un abandono, de una súplica, de un lloro, del miedo y de la agonía, es lo que necesitaba para sentir más respeto hacia ellos. Es necesario. Está claro que lo fácil es mirar para otro lado, decir que ojalá tuviese hueco para uno de ellos, o a me los llevara a casa a todos, o me dá mucha pena o es demasiado grande para una casa tan pequeña. Necesita un jardin con espacio para correr en libertad. Para mí son sólo excusas que nos ponemos para quedarnos tranquilos con nosotros mismo. Pero sólo hay una verdad, y la sabes cuándo los ves en esos boxes. Unos te lloran, otros te ladran, otros te miran, otros te ruegan, otros te besan incluso alguno gruñe... Libertad para cada uno de esos aninales es vivir en cualquier espacio que no sea ese. Tal vez aún no puedas comprenderlo y sigas poniendo excusas. Tal vez realmente no quieras ni acoger ni adoptar a ninguno. Tal vez sólo lo dices para quedar bien. Pero con seguridad digo que hasta que no bajes a la realidad y lo veas con los ojos de la responsabilidad no llegaréis a comprender por qué. No es fácil ver un sufrimiento, de ningún ser, pero esos minutos que pasas con ellos son minutos de oro puro. Es un lujo, ya no para ellos, si no para que nosotros comprendamos que un animal abandonado no siente rencor hacia nosotros. Siguen creyendo en los humanos, siguen tendiendo sus paticas y mirando con súplica a las personas. Ellos entienden el perdón y confían todavía en nosotros. Porque hay una parte que le falta humanidad, honradez y felicidad, pero muchos otros les brindamos amor, tranquilidad y respeto, y ellos lo saben. Confían en que no miraremos hacia otro lado. Confían en que cuando lloren tu estarás ahí para demostrarle que no está solo. Confían en que tus manos entregaran cariño y caricias. Sencillamente, nos miran con unos ojos transparentes sin compararnos con quienes les hicieron daño. Confían en que nosotros los tratemos como merecen, tal y como esperamos que nos traten a nosotros. Para todos existe un momento justo y adecuado en el que comprendemos las necesidades no sólo nuestras, si no también del resto de seres que nos rodean y ellos nos necesitan para centrarnos, recordarnos que somos humanos, que sabemos dar amor y que no hay rencores que valgan en un mundo tan injusto, no merece la pena. Por eso, donde caben dos, caben tres eso sí, un animal exige una responsabilidad, unos cuidados y una alimentación. Un ejercicio  y una dedicación. Un compromiso y una exigencia que hace que crezcas también personalmente. Sencillamente, comienza respetando a un animal desde tu propia sinceridad. Mira sus ojos y escucha sus ladridos. Entiende y comprende que no piden grandes lujos, sólo esperan grandes personas es decir, buenos amos que jamás les vuelvan a hacer sufrir, es decir, personas responsables. Una vez que bajas a entender sus lloros, el corazón os volverá a latir como debe. Es una realidad que está presente y lo más humano es mirarlo de cara.





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